Cuidar las diferencias
2024
Curation
Centros Culturales de España
Bata + Malabo

Images © Gloyer Evita

Cuando me propusieron la curaduría del proyecto “Derecho de Vida. Miradas ecofeministas en el arte ecuatoguineano” me sentí honrada e ilusionada. Una parte de mis orígenes se encuentra en África Central y tejer vínculos con y entre las personas que habitan el territorio y que tienen inquietudes creativas, es para mí, una gran oportunidad de alimentar deseos compartidos de conexión. Tengo que admitir que durante mucho tiempo me costó abrazar mi naturaleza polifacética e identificarme como artista. Ahora, una nueva etiqueta, la de curadora, forma parte de mi olla o mi calabaza.

Guinea Ecuatorial está en África Central. Se compone de una región continental y varias islas, siendo la más grande Bioko. Las ciudades más importantes son Bata, en el continente, y Malabo en la isla de Bioko. Es el único país de habla hispana en África, un territorio conocido por su biodiversidad y su cultura, que mezcla influencias africanas y españolas. En la esfera más visible, no abundan las artistas en el contexto de Guinea y por eso, se acogió la propuesta de un proyecto amplio, con diferentes fases, siendo la más reciente esta exposición.

Al igual que el resto de proyectos de la Red CCE, tomamos como punto de partida, la intersección entre ecología y feminismo o lo que conocemos desde los años 70 como ecofeminismo. Esta corriente de pensamiento y movimiento social, visibiliza las relaciones existentes entre la subordinación de las mujeres y la explotación descontrolada y la degradación de la naturaleza, entendiendo que el capitalismo y el patriarcado van de la mano.  Cabe decir que existe una gran diversidad de formas de acercarnos al planteamiento ecofeminista y aterrizarlo en nuestras realidades. La postura que hemos tomado en nuestro caso, busca resaltar las cuestiones más comunes, a la vez que proponer posibles soluciones, “nuevos caminos” para atajar esta problemática urgente y global.

El proyecto se ha expandido en el tiempo y probablemente seguirá haciéndolo. En distintos momentos ha ofrecido referentes, ensueño y acompañamiento, para que las personas que se acercaran a los Centros Culturales de España en Bata y Malabo, con curiosidad sobre el ecofeminismo y la creación artística, pudiesen desarrollar prácticas y proyectos propios, aterrizados a las realidades de cada una, incluso cuando éstas son diversas y a veces, contradictorias.

Se realizaron dos laboratorios en las ciudades de Bata y Malabo, entendidos como espacios de experimentación y titulados “La Cocina”, ya que esta constituye un espacio a menudo regentado por mujeres y feminidades, de conexión, de placeres y también de opresión. De este lugar, me quedo con la referencia a lo doméstico, lo familiar y la necesidad de explicarnos a nosotras mismas desde lo personal, y como no, desde los cuidados y los afectos. El título despertó mucha curiosidad entre las participantes, que llegaban sin saber qué se iba a cocinar, ajenas al hecho de que los laboratorios se convertirían en verdaderos espacios de intercambio de aprendizajes y soporte mutuo.

Las personas que han participado en las distintas fases del proyecto, reflejan la heterogeneidad de la sociedad ecuatoguineana y su diáspora. Las propuestas artísticas que se presentan, constituyen un abanico de posibilidades para empezar a imaginar cómo aterrizamos el ecofeminismo en Guinea Ecuatorial, desde una visión más práctica que teórica y sobre todo poniendo en valor cómo sus habitantes aún conservan la vinculación con la Tierra y sus tradiciones.

Las ideas que hemos explorado juntas se podrían resumir en cuatro pilares:

Volver a la raíz, siendo “radical”, regresando a lo esencial, a lo que nos sustenta, también la búsqueda del hogar, la conexión ancestral y las referencias que nos acompañan. Curar y cuidar, escogiendo conscientemente el término curaduría, entendiendo las relaciones que se establecen con y entre las artistas, y nuestras prácticas de construcción colectiva. Plantar semillas y recolectar, a través de la propia estructura del proyecto y de la necesidad de algunas propuestas de rescatar del pasado, archivar y preservar. Sanar heridas, utilizando el arte como herramienta para hablar en primera persona, generar introspección y procesos de curación en lo personal y en lo comunitario.

En La Cocina, “se cocinó”. Quizá no de las maneras que imaginábamos en un principio, pero sí de las maneras que propician el encuentro, la conexión con una misma, con las demás y con el entorno. No cocinamos salsa de cacahuete (aunque nos hubiese gustado) pero sí pensamiento crítico, proyectos y obras artísticas.

Bernarda “ha cocinado” diversos encuentros e invitaciones a mujeres y feminidades a sumarse al archivo comunitario sobre el cuidado. Bisila “ha cocinado” cerámica como práctica tradicional de mujeres y mezclando materiales en unas piezas que hablan de búsqueda de los orígenes. Cándida “ha cocinado” con objetos cotidianos, aquellos que sobran y que debemos replantearnos y aquellos que nos conectan con quiénes somos. Dolores “ha cocinado” parte de su vida, motivación y legado en una pieza de vídeo que expone problemáticas y soluciones. Encarnación “ha cocinado” memorias ancestrales en una performance sobre cómo las mujeres han ayudado a otras a dar a luz. Esther L. “ha cocinado” lo que significan para ella los viajes de ida y vuelta y el volver a casa, incluso cuando casa no es un lugar. Esther M. “ha cocinado” a través de las poesías que la acompañan y con la intención de que no se pierdan las conexiones con la Tierra. Rosalina “ha cocinado” para acercarnos a la tradición Ndowé de ofrecer rituales de sanación a las mujeres a través del baile. Rusmila “ha cocinado” crianza y comunidad en un proyecto que visibiliza una práctica conciliadora que no queremos perder. Socorro “ha cocinado” con objetos reutilizados e intervenidos, las ganas de expandirse y convertirse en una propuesta comunitaria. Sol “ha cocinado” inspirándose en la Diosa Bisila y retratando la conexión entre una madre y su bebé.  

Para mí es muy importante dar las gracias a los Centros Culturales de España en Bata y Malabo por su confianza en esta propuesta experimental, por la acogida y todo el trabajo que genera un proyecto tan ambicioso. A mi querida Ángela Rodríguez Perea. A todas las personas que hicieron posibles los encuentros del Laboratorio. A mis referentes ecofeministas Vandana Shiva y Yayo Herrero. Gracias a las que participaron, escuchando atentamente y compartiendo trocitos de sus vidas. Y gracias a las artistas que me han permitido acompañarlas en este proceso.

Somos mujeres, hechas de agua, aire, tierra, fuego y vida. Somos hijas, madres, abuelas, hermanas, tías. Somos mujeres, preocupadas por el planeta, preocupadas por Guinea Ecuatorial y África Central, que es la tierra que nos acoge. ¡Ecofeministas Oyeeeh!